Seguramente el hombre procuró cultivarlos desde tiempos remotos. Los primeros registros proceden de China y Japón, donde se estima que el shiitake (Lentinus edodes) se cultivaba por lo menos desde hace unos 800 años, de forma muy rústica y azarosa. En Europa se cultiva el champiñón desde hace unos tres siglos. Sin embargo antes de 1900 los métodos de cultivo eran totalmente empíricos, sin bases científicas y por lo tanto el cultivo era una empresa se resultados impredecibles. Aunque fracasaban los cultivadores frecuentemente, después se reponían con creces de las pérdidas gracias al alto precio de venta del producto.
Esto contrasta con las modernas plantas champiñoneras de nuestros días, equipadas con clima artificial controlado por computadoras y que tienen tal diseño y confiabilidad que resultan comparables en muchos aspectos a los métodos de producción en serie empleados por la industria manufacturera y por ello se consideran únicas dentro de la horticultura; el avance científico, reflejado en la tecnificación, ha abaratado los costos de producción de forma impresionante también en los demás países y actualmente muchas compañías compiten en la guerra de precios del mercado internacional exportando hongos enlatados o desecados a cualquier parte del mundo a precios cada vez más módicos quedando así al alcance de un grupo consumidor cada vez mayor.